Dentro de los requerimientos básicos del ser humano para continuar la vida se encuentra, en un lugar preponderante, gozar de buena salud, es por ello que existen instituciones y programas pensados, para ayudar a comunidades, familias y personas que se preocupan por conservar y mantener niveles óptimos saludables .
Los trastornos por ansiedad y depresión se consideran un problema de salud pública a nivel mundial. Actualmente ocupan el segundo lugar como padecimientos incapacitantes. Los síntomas incluyen falta de ánimo, disminución acentuada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades, déficit en la capacidad de concentración, insomnio, cambio negativos en los hábitos alimenticios y pérdida de energía, entre otras . Estos provocan como consecuencia malestar clínicamente significativo, que repercute en deterioro social, laboral y de otras áreas importantes de la actividad del individuo, llegando incluso a presentarse en ocasiones la ideación, intento y el acto mismo de suicidio. Pueden presentarse como condición única o acompañada de otras patologías psiquiátricas y a menudo se presentan posterior a una pérdida o eventos estresantes.
En ocasiones, la persistencia de estos padecimientos, puede estar impulsada por patrones de ideas y actitudes negativas de sí mismo, del entorno y de los demás (distorsiones cognitivas).
Los individuos que cursan con esta problemática tienden a dar respuestas de manera rígida y negativa. La falta de confianza y la desesperanza en la resolución de sus conflictos es común.