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Consulta filosófica

La consultoría filosófica, conocida también como asesoramiento o prácticas filosóficas, es un movimiento desarrollado desde 1981, en donde el consultor busca en sus consultantes una comprensión filosófica de sus vidas. El movimiento tiene su raíz en el método socrático, en donde a partir de preguntas y respuestas, se cuestiona la filosofía del consultante, sin dejar ninguna situación por investigar, para que el individuo tenga una visión más amplia de su vida y de su mundo.

El consultor filosófico ayuda al consultante a clarificar, argumentar, explorar y comprender aspectos filosóficos de sus sistemas de creencias o visiones del mundo. A partir del diálogo filosófico, el consultante toma conciencia de su sistema de creencias y filosofía de vida y aprende a preguntar con profundidad. Como sucedió en la antigüedad, se reaviva el recurso a la filosofía como consolación y fuente de sentido para responder a las inquietudes y búsquedas más importantes e imprescindibles para la vida de los seres humanos.

 

Los temas a tratar pueden ser múltiples:

  • Duelos no resueltos
  • Crisis vitales
  • La muerte
  • La temporalidad
  • Emociones bloqueadas
  • Valores encontrados
  • Crisis existenciales
  • El sentido de la vida y la moralidad. 

 Una práctica es filosófica cuando intencionadamente se procura dar sentido amplio y orientador a las prácticas a partir de implementar la reflexión y la crítica; en la medida en que invitan a expresar ideas, a compararlas y analizarlas, reconociendo su relatividad, imperfección o subjetividad; en la medida en que experimentan lo que podría pensarse de otro modo y cuando desde ellas se cuestionan las condiciones de legitimidad del propio pensamiento.

Es importante señalar que la consultoría filosófica no atiende problemas mentales, sino vitales. A diferencia de los enfoques tradicionales en psiquiatría y psicología, la terapia o asesoramiento filosófico no intenta tratar enfermedades o patologías clínicas. Considera que en muchas ocasiones son conflictos vitales o problemas personales que tienen una raíz filosófica, derivados de la relación y comprensión de uno mismo y de la realidad, y esa es la perspectiva desde la que deben abordarse. El filósofo asesor tampoco mantiene una relación jerárquica o directiva con la persona que acude a él. Su objetivo no es dictarle qué tiene que hacer o cuál es la solución a su problema. Este tipo de terapia desarrolla una relación horizontal y abierta en la que el filósofo asesor ayuda a la persona, mediante las preguntas e indicaciones adecuadas, a tomar consciencia de su filosofía personal, que es la cosmovisión o concepción del mundo que tiene cada uno, el conjunto de ideas con el que entendemos la realidad, nuestro sistema de creencias y valores, a partir del cual interpretamos y valoramos lo que nos acontece. es el mapa que utilizamos para orientarnos en la vida.

La terapia filosófica trata de detectar las posibles inconsistencias, contradicciones e implicaciones de nuestra forma de ver la realidad que permanecen inadvertidas y de las que derivan buena parte de los problemas y conflictos que se nos presentan en la vida. En este proceso pueden emerger aportaciones de distintos autores y teorías filosóficas. Pero la terapia centra la atención en el análisis de los conceptos implícitos que maneja el propio consultante.

¿Quién da la consulta filosófica?

Enrique Pozoblock nació en una ciudad colonial, creció en un pueblo de pescadores, frente al Oceáno Pacífico, se reprodujo con modestia en la ciudad de México y hace años radica en una ciudad cercana a Dios y distante del mundo. Nació calvo. Experimentó con la mejor alquimia de la sabiduría popular para evitar la verguenza del cráneo estéril. De aquellos combates capilares, heredó una frente muy amplia y una timidez crónica, amigas que lo acompañan a todas partes. Estudió teatro sinrazón y porque sí en la Universidad Nacional Autónoma de México. Si bien nunca ha podido vivir de su profesión, lo volvería a hacer si naciera otra vez. Desde que egresó se ha desempeñado como pinche de cocina de chinos, teatrero, capacitador, escritor, publicista, profesor, mesero, director de escuela y terapeuta. Leer y escribir son sus mayores virtudes. Ha tenido tres duelos trascendentes y otros tantos domésticos. Las heridas le han despertado la vocación de acompañar a los que como él perdieron en algún momento el norte del camino.

Para ello ha estudiado Tanatología existencial (Instituto Mexicano de Acompañamiento Existencial), Consultoría Filosófica ( Colegio Mexicano de Consultores Filosóficos y Centro Educativo para la Creación Autónoma en Prácticas
Filosóficas), Coordinación de cafés y Talleres Filosóficos ( UNAM), Coaching Tanatológico y de vida ( COTAN) y Coaching Ontológico (COCREAR), entre otras cosas. Escribe porque le gusta, para divertirse, sólo cuando le da la gana y únicamente hasta donde le permite el talento que nunca tuvo pero que no le importa.
Ama sobre todo la paz, la libertad de creencias, los libros, la vida productiva, las cactáceas, el mar por las tardes y la lluvia después de cenar.
El murciélago es su mascota favorita.
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